La eficacia de ésta depende en primer lugar de la motivación del paciente, es decir, un paciente con auténticas ganas de sanar, sanará (si el terapeuta no le acompaña buscará otro).
Depende también del terapeuta y del vínculo que se establezca entre paciente y terapeuta. Porque si el paciente no puede abrirse y confiar en su terapeuta, y esto no se aborda, la terapia está condenada a ser estéril.
Para que una terapia sea eficaz, el paciente ha de “movilizarse”, ha de caminar por lugares no transitados hasta el momento, y esto implica atravesar miedos, dolores y heridas.
Deja tu comentario