La mayoría de nosotros vivimos con mucha carga; la vida nos pesa porque permanecemos aferrados a maneras de funcionar del pasado. Algunos permanecen en el niño/ adolescente crónico con miedo a madurar y responsabilizarse, otros se aferran al encargarse de todo, al exceso de exigencia y actividad, otros al victimismo, otros al miedo… La cuestión es que nuestro estar en la vida suele esta condicionado por esto, en vez de vivir según nuestras necesidades y deseos del momento. En los siguientes puntos hablo de cómo podemos hacer el camino contrario, cómo aligerarnos, viviendo una vida más plena, con menos carga, más auténtica y fluida.

Aborda tus ‘asuntos inconclusos’

Uno de los principales problemas que tenemos es que intentamos vivir de espalda a los temas emocionales que más energía nos consumen. Es decir, gastamos mucha energía en intentar evitar conectar realmente con lo que más duele y nos despistamos con otras cosas, para no conectar con eso que está pendiente. Incluso muchas veces utilizamos el sufrimiento y el victimismo para no contactar con lo que realmente nos toca por dentro (parece una paradoja, pero así lo he observado). Por lo tanto, un paso importante es mirar nuestra realidad tal y como es, sin engañarnos ni distraernos.

Desenmascara tus creencias inhibitorias

“Yo no puedo”, “Yo no sé”, “ Soy trabajador (siempre)”, “Nadie me va a querer”, “No merezco amor”, “Yo no valgo”, “Soy fuerte (siempre)”, “Soy débil”,…Estos son ejemplos de creencias que podemos tener interiorizadas desde hace mucho y que están condicionando nuestra existencia. Porque las creencias marcan nuestra manera de percibir la vida y por lo tanto de comportarnos. Es decir, si yo me vivo a mi misma como incapaz, voy a percibir lo que me ocurra desde este prisma (en un artículo anterior ya hablé de esto más en profundidad). Lo importante es que para sentirnos más ligeros, hemos de darnos cuenta que la manera que tenemos de percibir el mundo no es la verdad absoluta, viene de nuestras experiencias tempranas.

Haz las paces con la vida, contigo mismo, con tus padres

say-yes-to-the-live-2121044

Si exploramos un poco dentro de nosotros mismos y de nuestro comportamiento, seguramente nos daremos cuenta que estamos anclados en lo que no nos han dado, en lo que no hemos tenido en la vida, en nuestra carencia o incluso en la sensación de injusticia por lo ocurrido. La vida no es perfecta, y ningún padre/ madre lo es.  De pequeños nos criaron con amor pero también desde la falta y con las limitaciones que nuestros padres y familias tuvieron. Aunque a nivel teórico esto puede parecer claro y obvio, internamente nos suele costar soltar este rencor por lo ocurrido (muchas veces está muy oculta dentro de nosotros). Nos mantenemos así aferrados a nuestras heridas pasadas y esto hace que nos cueste mirar hacia delante, nuestro vivir no es ligero.

Acepta que la vida no es perfecta ni justa

Desde mi punto de visto, el camino no es perdonar a nuestros padres ni a la vida, esto sería una actitud de prepotencia, de considerar que ellos nos deben y nosotros nos ponemos por encima de ellos. El camino está en mirar lo que pasó, aceptarlo y tomarlo así, aceptar que la vida no es perfecta, ni justa, tomar también mi parte y ver a mis padres como parte de esa cadena familiar. Es decir, suelto mi visión de víctima, de niña pequeña y me tomo como adulta, que se responsabiliza de lo ocurrido, que lo acepta y de esta manera uno puede ir soltándolo para tomar aquello que la vida va ofreciendo en el presente.

Tomate tal y como eres/ estás

Otro gran camino, muy importante para vivir de manera plena y ligera, es aceptarse a uno mismo tal y como es, con mis luces y con mis sombras, con lo que me gusta y con lo que no. Esto implica dejar de querer cambiarse, dejar de hacer intentos para ser de otra forma, para “mejorarse”. Sí, lo habéis oído bien, querer mejorarse continuamente no lleva más que al autodio, a la autocrítica, a sentirse con poco valor, porque nunca es suficiente, porque yo no soy suficiente. Esto va en contra de todos los mensajes sociales que nos impulsan a mejorar, a dar una mejor imagen de nosotros mismos. Yo digo, “tú estás bien tal y como eres,” “si te tomas y aceptas de manera natural irás desarrollando todo tu potencial y capacidades innata”. Lo bebés no necesitan estar en continuo afán de mejorar para ir creciendo. Las plantas se desarrollan, crecen, dan fruto sin ninguna intención de mejorarse. ¿Por qué para nosotros tendría que ser diferente?

Vive en el momento presente

Al ir soltando nuestras heridas, nuestras creencias del pasado, irremediablemente estaremos más en contacto con nosotros mismos, con nuestro aquí y ahora. Poco a poco nuestra energía estará en qué me pasa ahora mismo, que quiero y de manera natural voy fluyendo hacia eso que quiero. Vivir en el momento presente no significa que me de igual el futuro, que no lo planifique, supone que mi energía, mi atención está mayoritariamente en dejarme fluir en el momento actual, en lo que me ocurre. Supone confiar en uno mismo, en la vida sin tener que aferrarse al pasado o a qué pasará, a relaciones que ya no me nutren, a lo material, a la seguridad de unos ahorros.

Sigue tu intuición para ir por nuevos caminos

Solo desde el presente podemos estar en sintonía con nuestra intuición interna, con nuestro impulso genuino. Una vez que nos vamos aligerando seguramente nos daremos cuenta de que somos más capaces de acompañarnos a nosotros mismos, de comprometernos con lo que necesitamos y querernos de manera profunda. Podremos parecer impulsivos, pero desde nuestro fuero interno sabremos que estamos siguiendo el camino a recorrer. La vida pues se hace mucho más sencilla, pues nuestro sentir, nuestro interior nos va marcando el recorrido, no tenemos que pensar y repensarlo todo, ni escuchar mil opiniones; nuestra intuición, nuestra autoescucha es la mejor brújula para orientarnos en esta aventura que es la vida.

Formulario de contacto

Yolanda Melero

“Estimar-se a un/a mateix es el principi d’una aventura que dura tota la vida”. Oscar Wilde

Leave A Comment