¿Sientes que en tu vida por más cambios que hagas acabas siempre repitiendo los mismos patrones? ¿Te cuesta hacer cambios en tu estilo de vida, tu manera de comportarte, de relacionarte, de vivir la vida? ¿Sientes que tu vida no te llena o no es lo suficientemente plena? Si en alguna de estas preguntas has respondido que sí o has dudado antes de contestar, es posible que estés bastante apegad@ a tu zona de confort (algo que nos pasa a la mayoría de las personas).

¿Cuál es tu zona de confort?

Tu zona de confort evidentemente no es un espacio físico, sino que se refiere a los hábitos que te resultan cómodos, que conoces de sobra. Para mí, son las conductas que derivan del Ego o Carácter, son los pensamientos, emociones, acciones que te son accesibles y en los que te sientes en territorio conocido. Aclaro que el que sea cómodo no quiere decir que sea necesariamente agradable, muchas veces suele ser justo lo contrario. Por ejemplo, una zona de confort de muchas personas es el victimismo y el sufrimiento; y a pesar de sentirse así desgraciadas, pequeñas, poco valiosas… este es su lugar familiar, el que conocen. Supongo que habrás escuchado la frase: “Más vale malo conocido que bueno por conocer”.

La zona de aprendizaje

Cuando algo te hace feliz y a la vez te da un poco de miedo, es que es exactamente lo que necesitas” Pablo Krantz. Esta frase recoge en esencia lo que es la zona de aprendizaje, ya que esta zona se refiere a esas cosas o situaciones que son abordables por ti, que puedes sostenerlas pero que te resultan algo ‘incómodas’ y dónde sientes un cierto grado de inseguridad o miedo. En definitiva es todo aquello que te supone un reto, algo diferente pero al mismo tiempo te sientes preparada para ello y al hacerlo ‘te da vida’, te sientes más completa. Por ejemplo, si no me permito confrontar a los demás, mi zona de aprendizaje puede ser decirle a una persona cercana e íntima que algo que ha hecho me ha molestado.

Como bien dice el nombre, esta es la zona dónde se produce el aprendizaje real, porque es dónde nos permitimos salir de lo conocido para ir ampliando nuestras habilidades, conocimientos, recursos.

La zona de riesgo

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Son las cosas que distan tanto de lo que estamos acostumbrados que no podemos sostenerlas por mucho tiempo, ya que nos sentimos muy inseguros ahí. Es decir, si me dan miedo las alturas y de golpe y sopetón me asomo al piso 40 de un rascacielos, ¡imaginaros que puede pasar! O si me da miedo comprometerme, podría ser quedar a diario con una persona que acabo de conocer y decirle “te quiero” a las primeras de cambio.

Aprendiendo y ampliando

Como ya he dicho, se aprende en la zona de aprendizaje, dando pasitos muy poco a poco. Hay gente que lo que hace son “Actings” que consisten en dar pasos demasiado grandes (zona de riesgo) que luego no pueden sostener y vuelven a su zona de confort reafirmándose: “Lo intento pero no soy capaz, no se puede hacer nada”. Es como si en la primera clase de baile quisiera que me saliera toda la coreografía y como no me sale confirmo que soy un pésimo bailarín y desisto de bailar.

En el proceso de aprendizaje, necesariamente nos sentimos inseguros, intranquilos, raros. Esto es normal, al principio de comenzar algo nuevo no nos sentimos “fluidos y diestros”, es más, nos sentiremos bastante patosos. Pero si persistimos, si soportamos la incertidumbre, ese miedo e inseguridad y nos centramos en hacia dónde queremos ir, sin prisa pero sin pausa, nos daremos cuenta que poco a poco iremos evolucionando, creciendo, ampliando nuestros límites personales, teniendo una vida más rica, más completa

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Yolanda Melero

“Estimar-se a un/a mateix es el principi d’una aventura que dura tota la vida”. Oscar Wilde

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